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Libro Azul Británico: Casement y los Crímenes del Putumayo

Publicado: 2012-04-12

El Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP) ha logrado editar un notable documento editorial, que se presenta hoy jueves a las seis de la tarde en la sede del Museo de la Nación (Sala Paracas). El “Libro Azul Británico, informes de Roger Casement y otras cartas sobre las atrocidades en el Putumayo” editado por dicha entidad conjuntamente con el Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA) tiene todos los ingredientes para ser una obra imprescindible, no solo como fuente, sino como reflexión sobre una etapa sombría de la historia amazónica.

Los Crímenes del Putumayo tuvieron un impacto en la sociedad de su tiempo, pero atenuada, sujeta incluso a la duda. Fueron muchos grandes empresarios los que trabajaron un sistema extractivo del caucho, una de las materias primas más preciadas por la industria mundial, a partir de la sistemática esclavitud, degradación y, en algunos casos, grave afectación de la integridad física de miles de indígenas que trabajaban como peones de compañías de esta índole. Sin embargo, fue hasta 1909, a partir de artículos escritos por Walter Handerburg en la revista londinense Truth,  cuando el impacto escandaloso de las revelaciones motivó a la corona británica decidió formar, al año siguiente, una comisión investigadora que recogiera testimonio y experimentara in situ el horror.

El encargado de cumplir esta misión fue Roger Casement, en  ese entonces Cónsul  inglés en Río de Janeiro-Brasil, fuertemente imbuido de un sentimiento de justicia social y patriotismo (es legendario el compromiso que tuvo con la independencia de su tierra natal, Irlanda; y su labor defensora de los derechos humanos de aborígenes del Congo). Su objetivo específico era indagar la veracidad de las innumerables denuncias que se habían formulado contra The Peruvian Amazon Co., empresa registrada en Gran Bretaña, cuyo gerente y principal accionista era el tristemente célebre Julio César Arana.

Roger Casement

El libro es la primera traducción completa del inglés al castellano de las cartas cursadas entre Casement y el Ministerio de Relaciones Exteriores británico y contiene los testimonios recogidos en el Putumayo por un lapso aproximado de dos años, hasta 1912. Además de documentar de modo impenitente y lúcido las condiciones geográficas y sociales de su época, lo más impactante de la publicación son los testimonios, ejercicios de memoria dolorosos y horrendos, que Casement logró a partir de viajes al centro mismo de los hechos, en medio de un clima tropical inclemente, a veces hostil.

Un breve ensayo preliminar, escrito por el investigador Alberto Chirif, abre de modo lúcido el libro, y en él se explican de modo lúcido y bastante ilustrativo una serie de fenómenos propios de la época, los antecedentes de la investigación,  la actitud de los estados nacionales frente a la ciencia y la industrialización de materias primas como el caucho, la importancia de Casement en el proceso de visibilización de los crímenes, el fenómeno de la regionalización y las  disputas ideológicas de la época, los falsos paradigmas y el patriotismo esgrimido por los acusados,  las razones y  pretextos de los caucheros para justificar algo consumado que necesitaba ser limpiado de carga negativa, así como la responsabilidad objetiva de Arana en este genocidio.

Además, la publicación cuenta con unas notas sobre la traducción española del Libro Azul Británico, realizadas por la investigadora Luisa Elvira Belaunde,  que puntualiza algunos detalles históricos, algunas dificultades del proceso, notas sobre algunas palabras claves del documento, así como referencias a otros viajeros en los textos.

Los relatos, acumulados en una carpeta oficial con cincuenta cartas del servicio diplomático británico,  son brutales y dan cuenta de los testimonios de  los propios indígenas, además el interrogatorio a treinta empleados barbadenses que habían trabajado en la Peruvian Amazon. Allí está gran parte de la nefasta historia, las voces que se alzaban directamente para acusar no solo por un sistema explotador y vil, sino personalizar en personas concretas los actos lesivos contra derechos humanos.

Llama la atención, por ejemplo, el nivel de apatía con que el gobierno peruano, presidido por Augusto B. Leguía, tomó la decisión del gobierno británico de publicar los Informes de Casement y, además, impulsar un proceso que permitiese castigar a los responsables de las torturas y asesinatos.  Los resultados de la investigación se intentaron disfrazar como “actos patrióticos y altruistas de defensa de la frontera y  civilización de los ‘salvajes’”. Como bien señala Chirif, los inculpados huyeron y no hubo reos que fueran condenados, en parte por una actitud de lenidad bastante evidente.

Algunos de los inculpados fueron acusados en su debido momento, pero nunca hubo un resultado concreto, pese a la información abundante, detallada y, como ya vimos, incriminadora.  El expediente judicial de estos crímenes (impulsado principalmente por el Juez Carlos Valcárcel y verificable en el libro El Proceso del Putumayo, editado por la Colección Monumenta Amazónica) desapareció en el incendio del Palacio de Justicia de Iquitos, durante las protestas ciudadanas contra el Acuerdo de Paz con el Ecuador impulsadas por Fujimori, en 1998 (aunque, como señala Chirif, es posible que haya desaparecido mucho antes).

En medio de esta recopilación del espanto, emerge la figura de Casement, obsesivo en adentrarse en la espesa maraña para extraer la realidad pura y dura. No lo fue fácil, sobre todo por una actitud casi colectiva que, por un lado, intentaba negar lo innegable; y por el otro buscaba por todos los medios adquirir impunidad.  Luego de publicado el informe, fue nombrado caballero por el rey Jorge V. En ese momento, su sentimiento patriótico ya estaba fuertemente arraigado, su lealtad estaba con su propio país, Irlanda, por la cual combatió hasta el fin de sus días, en 1916, condenado a la horca por traición a la corona británica.

La figura de Casement ha adquirido particular actualidad en nuestros tiempos debido a la novela El Sueño del Celta, escrita por el Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Por eso la contra carátula de este libro hay una sentencia suya: “Una de las enseñanzas de lo que significó la vida de Roger Casement y su obra es que cuando desaparece toda forma de legalidad y se restablece la ley del más fuerte, inmediatamente se instauran la barbarie, el salvajismo y unos extremos de crueldad que llegan a extremos vertiginosos”.

Libro imprescindible este, para conocer y reflexionar sobre el largo proceso de recuperación de la memoria y la enorme y titánica lucha que significó (y significa aún, a pesar de todo) brindar dignidad a la identidad indígena amazónica.


Escrito por

Paco Bardales

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Publicado en

Diario de IQT

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