Iquitos suele ser impredecible. Algunas semanas atrs, se anunci con bombos y platillos el retorno de Juaneco y su Combo a escenarios locales, como preludio de lo que, se crea, iba a ser una orga de sabor y cumbia psicodlica. Su presentacin en la exclusiva discoteca Noa no congreg ms de 200 personas, mientras el gran concierto popular fue rpidamente confinado dentro de los anales de la indiferencia.

Aunque suene contradictorio, la furia charapa musical, que pasea su msica a nivel nacional e internacional, con beneplcito y la reciente bendicin de la Eisha-pituquera (que lo mismo ha canonizado al inclasificable y desabridoBareto por razones de aburrimiento) no puede competir aqu con las ocho mil almas que todos los fines de semana mueven sus rollitos al comps de la agrupacin Explosin, duea y seora absoluta de la noche. El que no est dispuesto a bailar hasta que amanezca y rerse sin disfuerzos (a pesar de un inconcebible Plan Zanahoria decretado por la autoridad edil), mejor que pique en prima para otra parte, porque en esta ciudad no la hace.

Es cierto, nadie puede dudar que clsicos como Ya se ha muerto mi abuelo, Mujer hilandera o Vacilando con ayahuasca desatan encendidas pasiones entre la muchachada (as como en sus padres y abuelitos). Tras cuarenta aos de delicia rtmica, negar el legado de Juaneco y su combo no solo es intil, sino, ms, toda una hereja. Sin embargo, dados los tiempos cholotuberos, resulta difcil comparar a un Wilindoro Cacique sacudiendo penosamente la artritis con una bailarina de diminutas prendas y espritu de licuadora humana.

En la selva todo entra por los ojos (y tambin por la piel).

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=rJpLZrntueQ]